12/11/07

¿El peso o la levedad? (Milán Kundera)

La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?

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La insoportable levedad del ser, 1984 (fragmento)

16/10/07

Fiel (Pecos Kanvas)*

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Fiel
te juro que soy fiel
aunque me cuesta sangre
porque mi vida es ideal para engañarte

Fiel
aunque me veas sonreír
aunque yo acepte mil halagos
diferentes
de la gente
Yo soy fiel
Aunque yo bese cualquier rosa que me arrojen
Aunque te diga que he pasado una gran noche

Fiel
Porque lo siento de verdad
No por temor ni por razones
ya pasadas, superadas
yo soy fiel

Fiel
a ti
Como nadie es fiel a nadie
Porque nadie quiere a nadie
como yo te quiero a ti.

Fiel
Aunque yo esté lejos de ti
Aunque me veas día y noche
rodeado y acosado
yo soy fiel
Aunque te digan que mil veces me han amado
Aunque yo traiga tu recuerdo entre mis labios

Fiel
Porque me sale sin querer
No por temor a que la gente
algún día pueda verme
Yo soy fiel

Fiel
a ti
Como nadie es fiel a nadie
Porque nadie quiere a nadie
como yo te quiero a ti…


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*Una de las canciones más lindas del mundo

27/9/07

Pedro Antonio Valdez: “Me gusta desafiar al lector”

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Yaniris López
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Pedro Antonio Valdez recuerda muy bien cuándo empezó a escribir. Recuerda que, mascota y lápiz en mano, con apenas 10 años se la pasaba transcribiendo las historias que ocurrían en el barrio donde vivía en La Vega.
Anotaba las peleas de los muchachos en la cancha, sus vivencias en la calle y en el colegio y otras anécdotas infantiles...
Un día, ya crecido, decidió que los cuentos eran buenos y merecían aparecer en un libro: ganó un premio nacional. ¿El éxito? Su peculiar modo de narrar las cosas, de satirizar a los intocables y reírse de los que alguna vez cometieron la torpeza de hacerle quedar mal.
Dicen los críticos que con su estilo y “fino humor” el escritor le ha dado un respiro a la oscura y cargada narrativa dominicana de los últimos años. Pero el joven Valdez no es del todo inocente. A veces usa una forma muy original para probar futuros resultados. En una ocasión leyó un cuento a unos niños y, todavía se pregunta por qué, éstos se echaron a llorar (Cuento de cuna para dormir a un pequeñín. “La rosa y el sudario”, 2001).
Se divierte tanto escribiendo que usa claves en las narraciones y envía mensajes personales como si de un juego “serio” se tratara.
Le invitamos a formar parte de Relevos y le advertimos, de paso, que era una entrevista fresca, diferente, y que no debía preocuparse mucho por mostrarse como un intelectual más.

¿Te consideras un escritor atípico?
Bueno, sí; pero porque trato de escribir como yo soy por encima de todo y como la única persona que es como yo, soy yo... entonces en ese caso, si se quiere, soy atípico.

¿Eres así de irónico como tus escritos?
¡No, cómo va a ser! (ríe). Lo que pasa es que en estos tiempos cargados de grandes utopías es duro que uno se coja las cosas tan en serio, como vienen, a mano pelá… Yo, como fiel dominicano, veo las cosas a través del humor y particularmente me gusta el humor que viene de la ironía. No me gusta ni la burla ni la hipocresía porque eso conlleva una participación personal. Lo que sí hago a veces es que castigo, haciendo quedar en ridículo  que es otra cosa—, a gente que desde mi sistema de ver las cosas entiendo que son nocivas y hacen daño a los demás.

Pero te las has cogido con los ángeles, los demonios, los poetas frustrados, los gobernantes, los sacerdotes…. cuando la mayoría piensa que los escritores son personas muy serias y “perfectas” incapaces de burlarse así de ciertos personajes…
Ahí se dan dos cosas. Nuestro sistema académico nos enseña que quienes hacen los libros son personas muy serias. Ahí se da el hecho de que los escritores, lamentablemente, no tenemos un contacto constante y personal con los lectores. Y por el otro lado se da el hecho de que muchos escritores toman a veces una posición no muy realista con relación a quiénes son y adoptan una postura un poco falsa de elitismo. Pero realmente un escritor es obviamente una persona como cualquier otra.

¿Te molesta que digan que el cuento corto es "un cuento largo, pero chiquito"?
Sí. Bueno, no es tanto que me molesta. Primero, el cuento corto es antiquísimo, incluso existía primero que el cuento largo, con la narrativa oral. En la narrativa medieval te encuentras con grandes cuentos cortos como El conde Lucanor y los de Simbad... Y como género estudiado ha surgido un redescubrimiento o interés en los últimos 20 años. El cuento corto es un hecho. Cuando una persona viene a pretender que el cuento corto sea un cuento largo pero pequeño, cuando está muy claro en los estudios que no es así, me parece una opinión desatinada.

¿Cuál es más fácil de escribir: el corto o el largo?
Eso depende, son géneros diferentes. Con el cuento normal tienes más posibilidades de quedar bien porque tienes dos, cuatro, cinco y a veces hasta 10 páginas para hacerlo. Por eso tú lees un cuento y aunque no te gustó la historia dices: “Qué bueno estuvo tal personaje, o la atmósfera”. En el cuento corto apenas tienes unas cuantas líneas para resolver todo. Gustó o no gustó.

¿No te parece que tus inesperados finales son algo crueles? ¿O es cierto que te gusta que el lector crea que acaban de “metérselo frío”?
Sí. Me gusta desafiar al lector. Me gusta sacarlo de sus casillas, que cuando termine de leer un texto se sienta como que le han dado un golpe de estado.

¿Por qué?
Para jugar. Así siento que hice algo, que le asesté en algo. No me gusta un lector que al finalizar el libro dice: “Ah, muy interesante”. Me gusta que diga: “¡Diablo!”. Y no necesariamente porque le dé un final sorprendente, sino porque me gusta ponerle algún elemento que lo sobrecoja.

Casi todo lo que escribes termina con un premio; sin embargo, dices que los premios no determinan nada. Sé sincero, ¿qué significa recibir un premio literario?
El problema es que aquí no hay plataforma para que ganar un premio literario se convierta en algo definitivamente importante en la vida de un autor. Entonces, cuando ganas un premio literario los beneficios que recibes son el dinero, el poco de comida que se le echa al ego por un tiempecito y si tuviste la suerte de que se publicara el libro y lo publicaran bien, mejor... Hay países donde el hecho de ganar un premio importante significa que vas a vender más libros, a recibir más promoción, ganar más dinero.

¿Se puede vivir de la literatura en un país como el nuestro?
Es bastante difícil aunque también creo que depende del modelo de vida que el escritor se plantee, de cuáles son sus metas materiales... Lo que sí creo es que una persona puede dar su vida por la literatura, independientemente de que vaya a ganar dinero o no, y sentirse compensado de hacer lo que le gusta.

¿Cambiarías la temática de tus cuentos por un millón de pesos?
Eso suena como la película “Una propuesta indecente”. Si a ti te lo preguntan dirías “bueno, habría que estar en la situación y ver”. Una cosa es que te digan hazme un libro sobre tal cosa que te voy a dar un millón de pesos; creo que lo haría y lo disfrutaría mucho. Lo que veo difícil es que me digan: “Mira, vas a ganar dinero pero tendrás que escribir sobre temas turísticos…” Ahí no. Podría escribir de estos temas, pero nunca renunciaría a mi forma de escribir.

Y de la informática a la literatura exitosa, ¿cuántas noches de insomnio y desvelos dejaste de por medio?
Ninguna, porque una ventaja que tiene la literatura  y los jóvenes deben tenerlo en cuenta  es que pega con todo. No tienes que ser escritor de profesión; un escritor puede ser médico, abogado, catedrático, mecánico, sastre... De hecho los hay. Un escritor que sólo se dedique a escribir me luciría un poco aburrido. Pero si de pronto eres médico y también novelista, el campo de la medicina y el contacto con el paciente te ofrece una ventana nueva de percepciones y situaciones que te pueden servir…
La computadora y el acceso de los escritores a internet les facilita hacer las cosas y ser más dueños de sus manuscritos.

Primero poesía, luego cuentos y ahora novela. ¿Es fácil manejar los tres géneros a la vez?
Cuando uno es joven es mejor comenzar con la poesía, brota fácilmente, natural; es idónea para absorber el sentimiento. No me cuesta pasar de uno a otro pero sí estoy claro cuando estoy en un género y no en otro porque el género te da un tono, te da reglas, te da criterios tan definidos que puedes mezclarlos, como los perfumes.

El personaje de la princesa de Jade y sus misterios, ¿un desafío para el lector?
Es un desafío y un personaje que guarda sorpresas durante la lectura del libro. Es un personaje ideal, del amor, del encuentro pleno con el amor y de hecho es la columna sobre la que se construye el libro.

Es indudable que las casas editoriales determinan, en gran medida, el éxito de un libro. En tu caso te tocó una de las más prestigiosas...
Es parte, en mi caso, del esfuerzo. He trabajado para que suceda. No pretendo que todos mis libros los publiquen editoras así porque, en primer lugar, no son las únicas alternativas de publicación y además ellos tienen sus criterios de publicación que no necesariamente tienen que ver con todo lo que uno produzca. Es muy importante para mí que el libro llegara a Alfaguara por muchos motivos: me hace sentir más profesional, que mi trabajo va teniendo más aceptación y me abre las puertas a más lectores.

Perfil
Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, Pedro Antonio Valdez nació en La Vega en 1968. Estudió Informática pero a partir de 1987 se dedica sólo a escribir. Director de Ediciones Hojarasca y miembro del consejo de editorial de Isla Negra Editores, es fundador del taller literario La Matrácala y del Ateneo Insular. Colabora para diversos programas culturales en Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba. Ha publicado: Papeles de Astarot (Premio Nacional de Cuento 1992); Última flor del naufragio (Antología de narrativa dominicana contemporánea, 1995); Bachata del ángel caído (Premio Nacional de Novela 1999); Naturaleza muerta (Premio de Poesía de la Universidad Central del Este, 2000); La rosa y el sudario (cuentos, 2001) y la novela Carnaval de Sodoma (2002). En 1998, Valdez obtuvo el Premio Internacional Alberto Gutiérrez de la Solana por su obra teatral "Paradise".

Carnaval de Sodoma
Editada por Alfaguara en diciembre del año pasado, es la novela del momento. Coloquios, presentaciones y compras compulsivas han seguido a su publicación ya que, según muchos críticos, se trata de una de las mejores novelas escrita en las últimas décadas en el país.
Ambientación: El Royal Palace, un burdel de mala muerte ubicado frente a la Catedral de La Vega.
Protagonistas: La princesa de Jade, enigmático personaje que pese a las pistas nos deja su identidad para el final; los dueños del burdel: el chino Changsán y su esposa Lù Shi; el padre Cándido quien, por supuesto, lucha porque cierren el lugar; y una recua de políticos, curas, santos, poetas, funcionarios, periodistas, diablos y meretrices irónicamente satirizados por el autor.

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Publicado en La Generación
Listín Diario, 2003
Foto: Cortesía de Alfaguara

6/9/07

Leer mucho hace daño

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Mira, Sebastián,
las flores destilan jugo de cereza.
¿Destilan, digo?
No las veo bien desde aquí
hay bruma de por medio
pero algo sale de entre los tallos
y sube hasta cubrirlo todo
Algo triste.
No, no es jugo de cereza.
Creo que son suspiros humanos
los que brotan de entre los pétalos.
Suspiros húmedos, con formas.
¿Suspiros, digo?
No, creo que son lágrimas.
Sí, son lágrimas.
¿Lágrimas de sangre?
Puede ser...
Es que las flores, Sebastián,
no son flores,
son mis ojos.
Disculpa, no ando bien.
Últimamente confundo los paisajes
los días
los sentimientos
las personas
los colores
las formas
todo.
Hoy, Sebastián,
ahora
es un buen momento
para inventar un patronus
o hacer aparecer el mío
El que todos tenemos
aunque ignoremos su forma.
Ah, quiero que tenga forma de paloma
De algo que vuele e inspire ternura.
No, mejor que sea un águila.
Recuerda lo que dijo el poeta:
"La ternura no basta".
Sí, prefiero un águila.
De esta forma volará más alto
Y la ternura, si es que tiene,
la reservará para ratos especiales
Un águila no se conformará con espantar dementores.
Volará por encima de ellos y
me protegerá de mí misma
Aunque yo creo, Sebastián,
que si me viera desde afuera
odiaría la forma que soy yo misma.

31/8/07

Encontré un tesoro en la librería Luna

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-¡Lunaaaaaaaaaa!, ¿dónde encontraste ésto?
Mis ojos no lo podían creer. Tengo todos los años del mundo comprando libros en la Librería Luna, en la Zona Colonial, y no fue hasta ayer cuando mis ojos se detuvieron en el primer estante de la derecha que atraviesa la librería del siempre gentil y dispuesto Luis Luna. Allí, parados verticalmente desde hacía muchos años, como pude apreciar, estaba la colección completa de la serie "Misterios" de la escritora inglesa Enid Blyton. Sí, la misma que aparece entre Memín y Kalimán en el banner de arriba, la culpable de que estudiara esta mojiganga de carrera, la que aprecio mucho de a ratos.
-Pues... eh... hace tiempo -dice Luna.
-Mierrrdaaaa. ¿Y en cuánto me la dejas? -pregunto yo.
-¿Cuántos libros? -responde Luna.
Yo lo miro. El no entendía. Los quería todos. Todos. Los 20 libros. Dieciocho de "Misterios" y otros dos de la serie "Aventuras". Si había repetido hasta el cansancio cada libro del Club de los Cinco y el Club de los Siete Secretos, ¿cómo iba a conformarme con dos o tres de la serie que me faltaba? En cuanto a imaginación se refiere, a esa tipa sólo se le puede poner al lado -y no muy junto- otra inglesa: J.K. Rowling. El niño o adolescente que lee uno de sus libros siempre será un lector empedernido, siempre amará la lectura. Salvo la inspiración periodística, tengo mucho que agradecerle a esta señora, mucho.
Los compré. Y luego le comenté a Yulendys, otra ratona de biblioteca, pero más loca que yo:
-Creo que él piensa que acaba de quitarse un gran peso de encima.
Luna no se daba cuenta de que la que había encontrado un tesoro era yo...

29/8/07

La cultura y el loco de amor

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Yo te dije con toda seriedad
"qué largo camino anduve
para llegar hasta ti"

y tú me dijiste que ya parecía José Angel Buesa
y entonces me reí francamente
y te dije que los versos eran de Nicolás Guillén
y tú (que recién salías de tu clase de francés)
me contestaste que entonces era Nicolás Guillén
quien se parecía a José Angel Buesa
yo te dije que te excusaras inmediatamente con
Nicolás Guillén y conmigo

y entonces me dijiste
que el verdadero culpable era yo
por llegar al José Angel Buesa esencial
a través de Nicolás Guillén
entonces yo te dije que la verdadera culpable eras tú
por ser tan puta
y ahí fue que me dijiste perdón
estaba equivocada
no es que te parezcas a José Angel Buesa
es que eres un José Angel Buesa.
Entonces yo saqué la pistola...

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Roque Dalton (El Salvador, 1935-1975)

11/8/07

Los viejos robles, ¿por qué no escriben?

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Si la gente que sabe escribir en el país no escribe, ¿cómo sabremos nosotros, los novatos, los jovencitos, los que hacemos pininos, que estamos haciendo las cosas bien? ¿Quién nos servirá de ejemplo? Es deprimente que tantos directivos de medios, la mayoría impresos, no entiendan la importancia del ciberperiodismo hoy día, ni la importancia de captar lectores con textos fluidos, que todos entiendan; ni comprendan que la carrera es mucho más que llenar páginas con historias repetidas. Peor: es lamentable que se las pasen leyendo periódicos sólo para acabar a la competencia, cuando sus propios medios carecen de lo más elemental: nada que interese al público. Si son tan brillantes, tan inteligentes, tan buenos redactores, que escriban, queremos leerlos, queremos aprender de ellos. Vamos, hagan reportajes, salgan a la calle, viajen, salgan de la oficina y comprueben que todavía tienen agallas, que no se han olvidado de cómo se hace periodismo. Vengan, demuestren que no están intelectualmente muertos, que las palabras fluyen también más allá de dos cuartillas, más allá de un artículo de opinión. No es difícil para ustedes. No digan que ya quemaron esa etapa. Las etapas no se queman, se perfeccionan. Y si ya la conocen tan bien, si son peces en el agua en esto de la investigación, no justifiquen la falta de actividad dizque porque nos están dando, a nosotros, la oportunidad de crecer. Hay muchas páginas en los diarios. No estaría mal que de vez en cuando aparten una para los que aspiramos, algún día, igualarlos en sapiencia. No en inactividad...