31/3/08

Payasos de verdad

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Oscar, mi vecinito de 6 años, ve mucha televisión. Le encantan los muñequitos, Harry Potter, La Momia, Los Increíbles y El Hombre Araña. Su papá vive en Nueva York y, para él, es el lugar más “fantástico” del mundo, aunque sólo lo ha visto en fotos. Como nos enseñaron en las clases de literatura infantil, cuando una habla con niños tiene que seguirles la corriente, incentivar su imaginación, provocarlos para que inventen cosas, pero ¡Oscar se pasa!, créanme. Dada la confianza que existe, muchas veces es él quien inicia la conversación. Hace dos meses que fue por primera vez al circo y el sábado me salió, así como si nada, con el habla de los niños chiquitos:
-Tú sabes, Yaniris, los payasos del circo no son hombres que se visten, no. Son payasos de verdad.
Reprimí la risa y le pregunté.
-¿Ah, sí? ¿Y cómo lo sabes?
-Porque sí, porque no son hombres. Yo los vi. Ellos vienen de otro país, del país divertido.
Y para seguirle la corriente, como nos enseñara el profesor Cuevas, le pregunté:
-Oh, y entonces Santa Claus, ¿de dónde viene?
-¡De Nueva York! –me dice–. Porque en Nueva York es que hay nieve, mucha nieve, y como Santa Claus nació en el polo Norte, tiene que venir de Nueva York.
Yo insisto en que la TV ha sido uno de los mejores inventos de la historia, pero…

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