27/3/10

Para leer en forma interrogativa (Julio Cortázar)

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Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amas...
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.

26/3/10

Saulo Hidalgo sobre la iglesia

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"El único ejército que mata a sus heridos se llama la Iglesia. En una guerra, cuando hieren a un soldado lo cuidan, lo protegen. Pero ¿qué hacemos nosotros? Lo echamos fuera, lo criticamos, lo expulsamos, lo maldecimos".

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Entrevista publicada en La Vida, Listín Diario

12/3/10

Parece que sólo las mujeres se interesan por los temas de género

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A propósito de Perdió el tiempo en la ONU (almuerzo de Elpaís.es con Waris Dirie)
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Yaniris López
Marzo, 2010. Participar en la 54 sesión de la Comisión para el Estatus de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW) tenía un gran significado para mí, poca seguidora de los temas de género. Me imaginaba grandes debates alrededor de los derechos de la mujer por todo New York, anuncios en la TV, caminatas, grupos que se manifestaban con pancartas…

Lamentablemente, la invitación de Plan Internacional me sirvió para confirmar una teoría personal que sostengo desde hace años sobre el poco interés que suscitan estos temas en la agenda mundial. Confirmé que los derechos de la mujer sólo les interesan a las mujeres. Que los debates son los mismos cada año. Que los avances ocurren a cuentagotas y no como las mujeres esperan, pese a todos los esfuerzos que hacen para lograrlos. Y todo porque las estadísticas, los mismos avances, los retos y las peticiones del mundo femenino sólo son escuchadas, seguidas y trabajadas por las mujeres.

En la actividad principal de Plan, la presentación del informe Porque soy una Niña 2009, sólo participaron seis hombres, en una sala repleta de mujeres adultas y pocas adolescentes, que resultaron ser voluntarias de varias ONG. En las demás actividades de la CSW, todos los participantes, hombres y mujeres, parecían estar vinculados a instituciones que trabajan con y para mujeres. No había un público espontáneo, interesado en los temas porque sí.

Debe ser que el objetivo no está bien enfocado. La CSW debe servir para llamar la atención mundial sobre el estatus de la mujer, no simplemente para que los representantes de género de los países agoten cinco miserables minutos frente a una audiencia que los entiende, que comparte sus criterios, pero que no tiene en sus manos la solución a estos problemas. Llamamos la atención frente a las mismas personas y organismos cada año a través de congresos y conferencias, presentamos informes, analizamos las estadísticas, alertamos sobre la situación de la mujer en el mundo, pero ¿quién nos escucha?, ¿quién responde?, ¿a quiénes, realmente, les estamos enviando el mensaje?

De la experiencia valoré, sin embargo, el entusiasmo de las mujeres del mundo, sus esperanzas en una lucha que les toma todo el tiempo. Tras ocho horas de dura espera, de pie, en los pasillos de las Naciones Unidas, en busca de la acreditación necesaria para participar en los paneles y sesiones, compartí con mujeres de más de 10 países. Mientras África celebra el avance en derechos considerados básicos, elementales, Europa se queja del limbo en el que permanecen las reformas que finalmente sentarían las bases para la deseada igualdad. Un detalle compartieron todas: la desorganización que reinó en la ONU durante la CWS, las pocas atenciones brindadas en la sede del organismo que representa el poder político del mundo, el que sí puede hacer que los avances fluyan. “Nos lo hacen porque somos mujeres”, decían, “porque somos pacíficas, porque no nos quejamos”. Qué sensación tan desalentadora vivimos todas. Se supone que así deben promoverse los cambios: de manera pacífica. ¿O no?