17/5/12

Yo te conozco, sé lo que piensas (8)

Qué sabes tú de penas, poeta. Qué sabes de reciprocidades si eres tú quien da, quien ofrece, quien se entrega en nombre de esas cuatro letras que forman la palabra amor. Amas tanto, te entregas tanto, te empeñas tanto en bien amar que no dejas lugar a los reproches. ¿Cómo encontrar, así, el motivo perfecto que me obligue a odiarte? “¡Qué gran estorbo, los sentimientos!”. Pero ella, la Poniatowska, ni siquiera ella, que lo escribió, tiene idea de lo que significa esa exclamación. Tú si lo sabes. Lo sabes y los descartas, a los sentimientos, como a indeseables moscas que se afanan en robar esa miel que no tienes, esa miel que nadie sabe que no tienes.
Porque amas a morir, poeta. Te concentras tanto en amar que poco te importa cuánto se te ame. Porque tú, que tanto das, que tanto entregas, no te dejas querer. No dejas que nadie te ame en la misma medida que amas tú. La ventaja de amar así, de entregarse así, de no permitir que te amen igual, leo en tu brillante cabecita, es que poco te importan los despojos que, a tu antojo, vas dejando en tu existir”.