Así describe el artista
visual Edward Tellería su vínculo con el arte. Y no solo el suyo. En esta
entrevista nos cuenta por qué se ha convertido en un crítico de la plástica
dominicana.
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La relación de amor y odio
que mantiene Edward Tellería con el arte abarca muchos ángulos, algunos
bastante controvertidos.
Radicado en Boston desde 2007, el artista visual dominicano visitó Santo
Domingo para participar con sus obras en la feria “Viva el Arte/Fundacción,
2013”, que se celebrará el próximo
martes 26, y aprovechó para conversar con LISTÍN DIARIO sobre su obra y sobre
la ¿decadencia? del arte dominicano.
Tellería es egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde realizó
estudios entre 1989 y 1996.
En “Viva el Arte”, el público podrá adquirir y observar parte de su obra
pictórica trabajada a partir de 2011, un conjunto visual que le ha merecido el
elogio del público: sus caballos desbocados, sus músicos coloridos, sus rosas
amontonadas y sus inconfundibles miradas monocromáticas sin fondo, sin iris...
Claro que sus rosas ya no tienen los colores cálidos, tropicales que inspiraron
sus primeras pinceladas. Ahora son más grises, más plata, explica Tellería.
¿Por qué el cambio? Porque el ambiente que lo rodea en Boston tiene menos
colores y porque Tellería cree mucho “en
lo calmado, en lo tranquilo”.
“Uno lleva una vida muy ajetreada. Necesitas paz, calma y disfrutar lo que
haces. Entonces yo pinto para mí, y al pintar para mí los demás van a entender
lo que estoy haciendo. A veces me olvido
del público. Antes pintaba pensando en el público y ahí hay un error, porque
cuando entras a la academia pintas para los profesores y para agradar a los
demás estudiantes. Es una especie de competencia”.
Es la época, dice Tellería, cuando el artista pinta lo que le ordenan
(especialmente paisajes y bodegones), cuando trata de copiar a los
impresionistas, buscar un estilo propio, encajar en un estilo y llegar como
artista a un nivel.
¿A cuál nivel? No sabe, porque para Tellería, la decadencia que según él vive
el arte dominicano se debe en parte a ese afán de encasillar al artista en
determinadas tendencias.
“Que si es moderno, que si no es moderno, que si es comercial, que si no lo es.
Todo eso pasa en el arte dominicano y por eso es que internacionalmente no
estamos en ningún sitio, porque se quiere entrar al arte internacional haciendo
lo que hacen los pintores internacionales. Y resulta que los pintores
internaciones tienen éxito porque hacen lo que quieren hacer, no porque copian
lo que hacen los otros pintores”.
Es algo que se repite en la música, en la literatura, en las manifestaciones
artísticas en general, opina.
“Quieren hacer un arte universal y eso no existe”.
Pocas referencias
Tellería no cree en la teoría de que si la obra no tiene un perfil
internacional no va a tener éxito.
“Hay público para todo. Hace un tiempo, en una charla que impartí sobre ‘Arte y
comercio internacional en RD’, explicaba que aquí hay artistas considerados
maestros de la media isla que se llaman maestros porque así los etiquetaron los
críticos y los galeristas, solo por eso”.
Sin embargo, dice que muchos artistas jóvenes no encuentran apoyo fuera del
país porque no hay referencias de peso que les sirvan para abrir las puertas. Y
al decirlo no teme a las críticas, asegura, por el siguiente motivo: “El que
compra tu obra es el que aprecia tu trabajo. El galerista nunca te compra una
obra, el galerista pone a vender la obra; el crítico no te compra una obra, te
pide obras para criticar, o te pide dinero, y si no pagas, ¿qué te va a
criticar?”
¿De qué forma perjudica esto al arte?, le preguntó LISTÍN DIARIO.
“Mira dónde estamos -responde- somos un país de primacías, tenemos lo primero
de todo (en América) y no tenemos un artista reconocido internacionalmente. Me
dirán Jaime Colson y otros, pero no es así. Ahora mismo no hay, que me digan
uno”.
Esta afirmación, por supuesto, también le toca a él, a Tellería. ¿No es una
forma de escupir hacia arriba, de clavarse también el cuchillo?
“Sí, pero es que no tengo de dónde aferrarme. ¿Quién nos abre las puertas fuera
de este país? ¿Quién nos ayuda? No nos ayudan porque no hay un arte que se
promueva fuera del país. Esto es un negocio”.
Poco le importa que lo condenen por esta declaración porque, dice: quienes
critican esto “no compran obras, no me patrocinan, no me venden una obra, no
les interesa comprar ni vender”.
Más tonos grises
El cambio en los colores de su paleta se debe también, apunta Tellería, a que
ha comenzado a entender y a disfrutar el minimalismo.
“Con el ajetreo del día a día, cuando llegas a un espacio lo que quieres es
relajarte. La tecnología, la fotografía están haciendo parte del trabajo del
artista. Lo que te queda es disfrutar lo que haces, una obra personal a la que
poco a poco vas quitando pinceladas”.
¿Qué no quitaría nunca de su trabajo? “Los ojos. Nunca quitaría las
miradas”, afirma. Es algo que le ha seducido desde joven.
Esa prisa de la que habla Tellería explica la presencia de los caballos en su
obra. Estos aparecieron cuando el
artista llegó a EE. UU. en 2007. Tenía planeado hacer una exposición en
Provincetown y en ella no figuraban estos animales.
“Me quedé allí trabajando por varias semanas, viendo el corre-corre de la
gente. Pensé en caballos con ojos azules, verdes y me dije ‘son caballos
norteamericanos’. Sus caballos, sigue, simbolizan a las personas que siempre
van hacia una meta, que corren aunque ya tengan todo lo que han ambicionado en
la vida; que cumplieron sus metas y siguen corriendo. ¿Para dónde van? “A algunos caballos les pongo esas flores que parecen ‘flores de muertos”,
porque parece que su meta final es la muerte”.
“El arte sí es comercial”
Tellería, el chico que caminaba a pie desde su casa, en Los Mina, hasta la
Escuela Nacional de Bellas Artes en la Zona Colonial; el que robaba la pintura
de sus compañeros para poder pintar, confiesa que vive al ritmo mágico de la
vida forjando una carrera de tiempo, de
trabajo y de inversión.
No está de acuerdo con las quejas que insinúan que en el país no hay mercado
para el arte o que en el país el público no consume arte.
“Hay demasiado arte en República Dominicana. Hay tres ferias importantes de
arte para un país pobre. Si la gente adquiere arte o no depende de su bolsillo
y de si le gusta el arte. El arte no es una necesidad. No se puede obligar a la
población a comprar arte”, opina.
De todos modos, explica, hace falta romper el mito de que el arte no es
comercial.
“Yo soy un artista comercial, porque pinto y se vende. No tengo un almacén para
mis cuadros. El que pinta, ¿qué hace con
las obras?, ¿se las come? Yo pinto por placer, para mí, y la gente lo compra”.
Tellería se ensaña con el arte plástico pese a que las críticas también le
tocan a él.
“Es una cosa de amor y odio. Hay quienes me dicen que la ventaja mía es que
salí de Santo Domingo, porque en el país llegas a un punto y topas, de ahí no
coges ni para arriba ni para abajo, te mueves horizontalmente”.
Y agrega: “Algunos pintores somos artistas de paredes, pintamos para que nos
coloquen, no para que nos guarden en un almacén. Mi obra no está hecha para ser
guardada en un almacén, como una chequera. Es para que la pongas en las paredes
y la puedas disfrutar. Mucha gente compra obras y las almacena porque dice
‘este es mi mercado, mi ahorro. No es para eso el arte”.
La feria
En la feria “Viva el Arte/Fundacción, 2013”, que tendrá lugar el 26 de
noviembre en el Club Libanés-Sirio-Palestino de Santo Domingo, el público podrá
adquirir las obras de 25 artistas dominicanos (dos residentes en el
extranjero), y obras del fallecido pintor puertorriqueño Andy Bueso.
El evento, organizado por la Fundación Acción por el Futuro, reconocerá a
Guillo Pérez porque “él y su obra constituyen un punto luminoso en la historia
del arte nacional del siglo XX”.
Ignacio Nova, presidente de la fundación, dice que la actividad brinda al
público la oportunidad de adquirir obras de arte “directamente de los artistas
y de acreditadas galerías de arte, minimizando el riesgo de plagio y fraude, de
encarecimiento o intermediaciones escasamente profesionales, partiendo de las
preferencias y gustos propios y comparando las propuestas”.