22/12/13

Pedro Antonio Valdez y una batalla muy peculiar

El escritor dominicano recrea en “Dromedáriux: la batalla del armario” una historia fantástica que desafía la imaginación del lector infantil.  

Yaniris López
yaniris.lopez@listindiario.com
Santo Domingo

El mundo como lo conocemos está en peligro. Los objetos guardados en los armarios de la casa de Dromedario se sienten ofendidos por el destino final que le dio el hombre a su materia prima y han decidido vengarse. ¿Quién podrá defender el universo? Prepárense para ser parte de un encuentro galáctico, de una contienda jamás imaginada, de la gran batalla entre el Caballero de la Caja de Plata y el Ejército de los Armarios.
Con una larga lista de títulos exitosos que incluyen relatos, novelas y obras de teatro -casi todos premiados-, el escritor dominicano Pedro Antonio Valdez (La Vega, 1968) se inicia en la producción de literatura infantil y juvenil con “Dromedáriux: la batalla del armario”, el libro que le mereció el V Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor Dominicano 2013.
Dromedario, un chico que se considera inteligente pero que detesta hacer las tareas, es castigado durante las vacaciones de verano sin un día de playa junto a su madre y hermana. Debe quedarse en casa, vigilado por la tía Lola. Así que, a falta de auténtica acción, él la crea. ¿O fue provocado?
¿Por qué se rebelan y lo atacan el gato de su hermana, la bota que formó parte de la piel de un cocodrilo, la maleta hecha con el cuero de una mansa vaca, la correa que dice fue una orgullosa boa constrictor admirada y respetada en la selva?
Dromedáriux tiene que defenderse. Con la ayuda de la princesa Natalya y el poder de la Caja de Plata, debe crear su propio ejército de “transformers” y defender el mundo. ¿Quién ganará la batalla?
La bitácora a dos tiempos de Dromedario –el real y el ‘verdadero’- no es lo que el lector prejuiciado con la literatura infantil se imagina. Es la narración, a la velocidad de un rayo y con una destreza que atrapa, de una batalla que tiene mucho de cine, del mundo de los ‘muñequitos’, de escenas que una vez finalizadas ponen a cien la imaginación infantil y convierten cualquier espacio en un cuartel o en una nave nodriza y cualquier artefacto en una bola de fuego, en una montaña cuadrada, en un equipo transmisor…
En todo lo que la febril imaginación de Valdez ha demostrado que puede hacer con las palabras.


Ping-pong a Pedro

Hay mucho de TV en Dromedáriux... ¿te inspiraste en algún personaje o en alguna serie de ‘muñequitos’ para escribir la historia? ¿O te había hecho ilusión desde siempre crear este tipo de historias fantásticas?

El mundo de la TV, sobre todo el animé y los dibujos animados, debía estar presente en esta historia, porque esa estética está muy presente en la formación de los niños y niñas desde hace un tiempo. En general, la imaginería de los dibujos animados siempre ha estado presente en mi forma de contar las historias. Esa historia la tenía pendiente, en el tintero de la imaginación, desde hace mucho tiempo, hasta que al fin me decidí a escribirla.

¿Cuánto te costó convertir a un chico tan travieso en un héroe de la creatividad y la invención?
No mucho. Simplemente estar a su lado en su forma de ser.

Te inicias con esta obra en la publicación de literatura infantil y juvenil, ¿es la primera que escribes o tienes otras historias infantojuveniles guardadas por ahí?
Siempre he tenido presente escribir para niños. En la década de los noventa escribí una obra de teatro infantil; y en una época escribí poesía y cuentos infantiles.

¿Cómo ves la literatura infantil en RD? ¿Qué piensas del contraste entre historias de fantasía (como esta) que ponen a reflexionar al niño lector de forma divertida y aquellas historias de claro perfil moral que, pese a sus buenas intenciones, terminan aburriendo a los pequeños…?
Aquí tenemos buenos escritores de literatura infantil, sobre todo de poesía y cuento, en la capital y en las provincias. Creo que la literatura infantil debe ser parte del juego de la niñez. Sabemos que los niños y niñas juegan para aprender, y la literatura debe sumarse a este proceso. Lo primero, si tengo que plantear un orden, es que los lectores se diviertan; lo segundo, muy cerquita de lo primero, es que aprendan algo.

La historia sugiere un fin que no es fin, ¿viene una serie de Dromedáriux?
Sí, Dromedáriux es una serie. El chico se seguirá metiendo en problemas porque los niños, como sabemos, son inagotables.

(+) Otros libros del autor
Pedro Antonio Valdez ha publicado, entre otros títulos: “Papeles de Astarot” (1992), “Última flor del naufragio” (1995), “Paradise” (1998), “Bachata del ángel caído” (1999), “Naturaleza muerta” (2000), “La rosa y el sudario” (2001), “Narraciones apócrifas” (2005), “Carnaval de Sodoma” (2002, llevada al cine por el director mexicano Arturo Ripstein), “Palomos” (2010), “Mitología de bolsillo” (2011) y “La Salamandra” (2012).

19/12/13

Un poema hiriente de Oliverio Girondo

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

18/12/13

Dice David Copperfield...

Hay momentos, todo el mundo pasa por ellos, en que lo que decimos o hacemos creemos haberlo hecho y dicho ya en una época muy lejana y lo recordamos como si hubiéramos estado hace siglos rodeados de las mismas personas, de los mismos objetos, de los mismos incidentes; y sabemos perfectamente de antemano lo que nos van a decir después, como si nos volviese la memoria de pronto.

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Charles Dickens, 1850