31/3/14

Octavio Paz sobre la poesía

«Escribí poemas, no poesía, porque se puede discutir interminablemente sobre la segunda mientras que no es difícil convenir en el significado de la palabra poema: un objeto hecho de palabras, destinado a contener y secretar una substancia impalpable, reacia a las definiciones, llamada poesía».

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La otra voz, 1989

26/3/14

21/3/14

Ser poeta en tiempos de mezquindad


En el Día Mundial de la Poesía, poetas dominicanos reflexionan sobre la poesía a partir de la frase del alemán Friedrich Hölderlin: “¿Para qué sirven los poetas en tiempos de mezquindad?”

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Yaniris López
Yaniris.lopez@listindiario.com
Santo Domingo
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Mucho se ha hablado y escrito en los últimos años sobre el aparente estado de agonía en que se encuentra la poesía.
Sus críticos -y en ocasiones sus propios creadores- se quejan de que solo es leída por los mismos poetas que la escriben y un público pequeñito que se mantiene fiel al género; que los temas clásicos que la inspiran han pasado de moda y que los tiempos actuales, tan desalentadores, no son favorables ni para la escritura ni para la lectura poéticas. De hecho, muchos se preguntan si en un mundo matizado por la violencia, el pesimismo y la desesperanza, la poesía sirve para motivar cambios sociales y personales, si vale la pena consumirla o pagar por ella.
Sin embargo, pese a los malos augurios que siempre le han acompañado, el oficio del poeta sigue siendo motivo y objeto de inspiración, admiración y aplausos. 
A propósito de celebrarse hoy el Día Mundial de la Poesía, varios poetas dominicanos de diferentes generaciones comparten con LISTÍN DIARIO sus impresiones sobre el género tomando como referencia precisamente esa frase agorera del poeta alemán Friedrich Hölderlin: “¿Para qué sirven los poetas en tiempos de mezquindad?”.

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“La poesía libera, transmuta…”
La poesía es la más sublime manifestación del espíritu humano: transcribe la vocación literaria  acicalada por los duendes de la creación y la cultura. La poesía es la lengua en un nivel  de inspiración y ejercicio trashumante del verso. Los poetas son videntes, alcanzan a ver más allá de la miopía cotidiana y estatuyen en libertad, los hondos suspiros del alma humana. Es cierto lo que señaló el iluminado Hölderlin, él, que  hablaba con los ángeles en la ventana de su hogar, y entendió siempre la vida como don gratuito y generoso. Los tiempos de mezquindad son los tiempos del mercado donde todo se compra y se vende, los tiempo de la corrupción del idioma, de la degradación y de la deserción de toda noción ética y de amor por los demás. Pero sirven los poetas para  notificarnos en cada amanecer que hay otros placeres superiores, otras formas de vivir más plenas y hermosas. La poesía libera, transmuta, rehace el universo de las imágenes. El mundo debió crearse bajo un rito de energías y danzas donde la metáfora  flamígera de Dios designó los lugares y los sueños. Primero fue  el verbo.  En tiempos de mezquindad los poetas se asoman tímidamente a la verbena, no es su fiesta, pero la suya llegará esplendente, y entonces los aedas servirán para gestar los besos y la paz florida de un mundo nuevo, de belleza y gloria para siempre. 

Tony Raful (Santo Domingo, 1951). Poeta, ensayista, investigador y político. Premio Nacional de Literatura 2014. Primer Secretario de Cultura (2000-2004). Ha publicado, entre otros, “La poesía y el tiempo”, “Gestión de alborada”, “Abril, nacen alas delante de tus ojos”, “Visiones del escriba”, “Pájaros y horizontes sitiados” y “La loca del café sublime”.

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“La forma más lúcida y más profunda
de acercar al ser humano a la verdad”

La poesía, en cuanto que expresión de lenguaje y pensamiento, oral, gestual o escrito, ha permanecido y ha evolucionado de crisis en crisis; es decir, como la humanidad misma. Fue la primera forma de pensamiento escrito; lo que los griegos presocráticos llamaron mitopoiesis. Pero, algo más importante, e independientemente de si se lee o no, de si la siguen y memorizan las masas o las élites, de si es más popular que la novela o no: la poesía es la forma más lúcida y más profunda de acercar al ser humano a la verdad; a las virtudes y a las miserias del mundo y la realidad. El poeta, sea en tiempos de esplendor de la justicia y el progreso social o en tiempos de mezquindad y demagogia, lleva consigo el don de describir y perpetuar las verdades incómodas de la historia de la humanidad. Más allá del instinto de muerte imperante en el mundo, la poesía sobrevivirá.

José Mármol
(La Vega, 1960). Poeta y ensayista. Premio Casa de América de Poesía Americana 2012. Premio Nacional de Literatura 2013. Es autor de los poemarios “El ojo del arúspice”, “Encuentro con las mismas otredades I y II”, “La invención del día” (Premio Nacional de Poesía, 1987), “Lengua de paraíso” y “Lengua del mar”, entre otros. 

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“La poesía ilumina el mundo”
En la sociedad de mercado y de la información que estamos sumergidos, que ha hecho de la producción, del consumo y la tecnología los nuevos dioses, en la modernidad líquida que ha debilitado los vínculos humanos en el vértigo de los cambios, la poesía no tiene valor externo, no vende, no da poder, no sirve para nada. Y en esa falta de utilidad radica su valor, su capacidad para elevarnos sobre el vacío y la indigencia espiritual en que agonizamos. La poesía ilumina el mundo, restablece el misterioso nexo que nos une con las cosas, nos permite ver lo invisible, imaginar lo que no existe para de tanto imaginarlo hacerlo realidad, escuchar esa “otra voz” a la que se refiere Octavio Paz: del hombre que está dormido en el fondo de cada hombre, voz de la pasión –y de la compasión- que nos hace salir de nosotros mismos para ir hacia el otro, a lo más hondo esencial donde no hay banderas, ni ideologías, ni los fanatismos de la fe. Solo el ser. Y su temblor.

Soledad Álvarez (Santo Domingo, 1950). Poeta, ensayista y crítica literaria. Autora de los libros de poesía “Vuelo posible” y “Las estaciones íntimas” y de la antología “La ciudad en nosotros. La ciudad en la poesía dominicana”. Sus poemas han sido incluidos en numerosas publicaciones y antologías dominicanas y extranjeras.

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Pasto para una política del libro y la lectura
En cada etapa de crisis del orden cultural surge el tema de la muerte de la poesía. Entonces, deviene en mí una visión muy antigua que tengo estacionada en la memoria y que me atormenta cada segundo del día y de la noche. Esta es la escena, recurrente, de una poeta que se pasea desnuda por los salones del Senado de la República, exhibiendo orgullosa y despistada dos finas serpientes que le cuelgan como aretes de las puntas de sus tetas. Es la definición más exacta que tengo sobre el carácter utilitario y su paradójica promesa de muerte. Lo demás es pasto para una política del libro y la lectura. El apocalíptico designio que debieran resolver los capos de la farándula cultural. Hoy más que nunca adquiere vigencia la sentencia del Alemán sobre poesía y mezquindad. El panorama local ha convertido a casi todos los poetas en difuntos encorbatados que solo promueven su propia mendicidad.

Pastor de Moya (La Vega, 1967). Narrador, poeta y artista visual. Ha publicado los poemarios “El humo de los espejos”, “ El alfabeto de la noche”, “Jardines de la lengua” y “La Piara”.

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Poesía que da voz, alimenta el alma y sensibiliza
En tiempos de sordidez y mezquindad, ante la falta de amor y compasión, ante las maquinaciones de los traidores, ante la insensatez de los corruptos, ante la desfachatez de los estafadores, ante la coraza de los crueles, la poesía se escribe y se lee para sensibilizarnos, para descubrir o denunciar argucias y desmanes, para iluminar sendas oscuras, para reconocer al yo y al otro, para dar voz a los enmudecidos, para alimentar el alma con los dones del espíritu, para inducirnos hacia las cosas esenciales de la vida, para insinuar o conquistar  mundos posibles y, en fin, para reivindicar la bondad, el bienestar, la verdad y la belleza.

Orlando Muñoz
(Valverde, 1972). Poeta, ensayista y profesor. Ha publicado los poemarios “Entre pétalo y espina” y “Santo Domingo, año cero y en curso…”.

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“En tiempos de mezquindad el poeta
–más que nunca- debe cantar al amor”.
El poeta sirve -en cualquier tiempo- a través de la palabra, o sea el servicio que presta el poeta es crear poemas. Luego, los poemas enriquecen el lenguaje, la cultura del ser humano. Si seguimos paso a paso las distintas emociones y hechos que provocó la lectura de un poema, nos quedaríamos sorprendidos de la diversidad de estos: a una persona un poema le puede provocar ir al baño, a otra le puede inspirar cometer un asesinato o salir en busca de un viejo amor o de una prostituta; asimismo, todas las revoluciones contaron con poemas que las enardecieron.
Siempre que el poeta sirve como poeta lo hace a través de palabras, como creador de poemas, independientemente de los temas que aborde. Siendo excesivamente literal, yo diría que en tiempos de mezquindad el poeta sirve para hacer poemas mezquinos, o seamos iluminados: en tiempos de mezquindad el poeta –más que nunca- debe cantar al amor.

Homero Pumarol
(Santo Domingo, 1971).  Ha publicado “Cuartel Babilonia”, “Second Round”, “Fin de carnaval" (finalista en el Concurso Hispanoamericano de Poesía de la editorial Vox, 2010) y “Poesía reunida 2000-2011.

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Poesía que nos guía de vuelta a casa
No creo que el poeta sirva para mucho. Pensemos en uno de esos viejos fareros locos que aparecen en los cuentos de antaño. De día los pescadores lo ven, se burlan, le preguntan si está loco y qué pretende hacer todo el tiempo metido en ese faro. Sin embargo, él apenas los oye. Al prender el faro en la noche su luz se sumerge en las oscuras aguas del mar e intenta alcanzar el horizonte. A aquellos pescadores que se pierden en la lejanía del mar, maldiciendo porque nunca más retornarán, la luz del faro es la que los guía y los trae de vuelta. Así como el farero, el poeta quizás no sea muy popular o sirva para desempeñar un papel social, pero es él quien se encarga de escribir esa poesía que al final del día es la que nos guiará de vuelta a casa.

Frank Báez (Santo Domingo, 1978). Poeta y narrador. Ha publicado los poemarios “Jarrón y otros poemas” y “Postales” (Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña 2009).

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Un mundo inmenso que atrapa las palabras
En estos días he estado releyendo a San Juan de la Cruz, Quevedo, Jorge Guillén y los románticos ingleses y cada vez más pienso que la poesía juega un papel extraordinario.  La he definido de diversas formas en cada etapa de mi vida y  ahora la veo como una necesidad espiritual.  Muchos piensan en poesía  como la esencia de poder vivir en unos ojos, en una forma de caminar, en el verdor de la naturaleza o en la brisa que acaricia levemente a unos amantes y entonces se dirá que el poema es la concreción de esa esencia en un soporte que podría ser un libro y el poeta sería el creador que para Huidobro sería un pequeño Dios.
Si hablamos de los géneros literarios y el mercado sabemos que la narrativa y sobre todo la novela tiene más posibilidades  de venta que la poesía y eso nos hace parecer que la gente en sentido general prefiere que le cuenten historias y no que simbolicen a través de las palabras aspectos que resultan a veces alejados de la cotidianidad y no es que valoremos más una poesía sencilla que una compleja, valen tanto para mí los textos de Nicolás Guillén que se pueden fácilmente musicalizar que los de José Lezama Lima, Lorca, Pedro Mir o los de Manuel Rueda.  El amplio espectro y la riqueza de la poesía tiene un abanico de posibilidades que van desde el hermetismo de Mallarmé hasta la incursión de la cotidianidad en Walt Whitman. El Día Mundial de la Poesía debe servirnos para acercarnos a ese mundo inmenso que atrapa las palabras y las convierte en esencia de la vida misma.

Mateo Morrison
(Santo Domingo, 1946). Poeta, ensayista y abogado. Premio Nacional de Literatura 2010. Ha publicado los poemarios “Aniversario del dolor”, “Visiones del transeúnte”, “Si la casa se llena de sombras”, “Soliloquio desnudo y otros poemas” y “Espasmos en la noche”, entre otros.

15/3/14

Roger Wolfe

Es tarde ya en la noche
y la playa está desierta.
Rompe el mar
sobre las rocas.
Un aire cálido,
espeso de salitre
y de recuerdos,

me baña la cabeza.
Cierro los ojos.
Inhalo.
Me dejo llevar.
Y luego pienso,
como casi siempre
que me pasan estas cosas,
en Proust.
Pero no he leído
a Proust.

Qué importa.
La vida es bella.
Quién necesita
a Proust.


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Mensajes en botellas rotas (1996)

3/3/14

Ángel Rivera: “El peso y la levedad”

“La magia de la nostalgia”
Inspirada en una obra de Milán Kundera, la muestra es una mezcolanza entre la comunicación visual, la tecnología y la interpretación literaria.

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Yaniris López
yaniris.lopez@listindiario.com
Santo Domingo
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Traducir a un lenguaje visual la concepción filosófica de la existencia plasmada por el escritor checo Milán Kundera en la introducción de su celebrada obra “La insoportable levedad del ser” (1984) es un ambicioso reto. ¿Se imaginan expresar en el mismo retrato el antagonismo del peso y la levedad? ¿Hacer visibles en el mismo espacio la ingravidez de la vida y del pensamiento y la pesada carga que mantiene al ser humano a ras de tierra?
Al artista dominicano Ángel Ricardo Rivera le tomó un año conseguirlo de la mano de recursos que, en conjunto, forman una mezcolanza entre el arte visual, la tecnología, la literatura y las experiencias personales.
Ilustrador, diseñador gráfico, publicista y fotógrafo, si alguna vez Rivera pensó conjugar en un solo trabajo los recursos artísticos de sus múltiples habilidades lo ha conseguido con El Peso y la Levedad, la exposición que inauguró el pasado martes en el sótano del Museo de Arte Moderno (MAM).
Su gran aliada, en este trabajo, ha sido la fotografía intervenida.
“Una fotografía descompuesta; destruida y compuesta a la vez, que se destruye y se construye para conseguir un mensaje específico. El artista está buscando a dónde llegar y es libre de escoger una o varias fotografías hasta conseguir ese mensaje”, lo explica Rivera.

“Coexistencia, peso, levedad” y “Contradicción misteriosa...”
¿Qué muestran los cuadros? Paisajes, cuerpos humanos, cuerpos de agua, nubes, piedras, arena, ramas, aves, suelo, sábanas al aire, danzas... Imágenes, como dice el artista, que por ser cotidianas, personales e íntimas “imprimen lirismo a nuestra trayectoria de vida de un presente indetenible, de un pasado inexistente, sin entrar en teorías de alfabeto o argumentos existenciales. Solo la imagen”.
Imágenes, sigue, “que unas veces son ligeras, etéreas, como la sábana ingrávida, y otras, por el contrario, nos derriban en llanto contra la tierra por su insoportable peso”.

Se vale interpretar
El título de cada obra invita a descifrar su contenido, a interpretar esos conceptos a los que Kundera hace alusión cuando se refiere al peso y a la levedad: “El pensamiento, la carga más pesada”, “A ras de la tierra…”, “El mito del eterno retorno”, “Ausencia absoluta de carga”, “la carga más pesada nos destroza”, “insoportable levedad”.
Una vez inicia el juego visual, los contrastes del discurso son fáciles de comprender: la levedad de la nube que se pasea frente a las paredes macizas de la Catedral Primada; la chichigua que yace desbaratada en el pavimento tras un vuelo de gloria surcando los cielos; el cuerpo tragado por la arena, el ligero torbellino de los tiempos de crisis…
En primer plano: “El pensamiento, la carga más pesada”

¿Cuáles detalles forman parte de la fotografía original y cuáles han sido introducidos? Aunque el observador intentará desenredar la foto, al final no se trata de que la fotografía no parezca intervenida.
“Esto ya no es arte fotográfico, sino comunicación visual. Hay un momento en que la fotografía desaparece y se convierte en comunicación. Lo que menos pretende el artista es ser fotógrafo. Él ha utilizado la fotografía como eje central, pero aquí lo que hay es un discurso formal dirigido, construido con un propósito, que es comunicar”, expresa Rivera.
En esta exposición, dice la crítica de arte e historiadora Sara Hermann, Rivera “compone un mundo de espacios imaginarios donde la certeza de las coordenadas geográficas tiene poca importancia”.
“El lugar cataliza, pero no determina”, escribe la curadora.

Discurso visual

En El Peso y la Levedad, incluso el formato de las obras cumple una función visual: son cuadradas. Catorce de las 15 láminas miden 44 x 44.
Ángel Ricardo Rivera -- Instalación “El peso y la levedad”
“El concepto del cuadrante es interesante. A nivel tecnológico, digital, cuando se representan las imágenes en el media, estas son cuadrantes. Y cuando trabajas con un solo formato le das cierta uniformidad al discurso, porque el hilo conductual de la narrativa se mantiene coherente”, opina Rivera.
La exposición estará abierta al público durante el mes de marzo de martes a domingo, de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.

Perfil
Ángel Rivera estudió Artes Publicitarias en la UASD. Su relación con la plástica comenzó en 1984, cuando participó con un trabajo de serigrafía en la XVI Bienal de Artes Plásticas de Santo Domingo. Desde entonces ha participado en bienales, concursos y exposiciones colectivas e individuales en Estados Unidos, Puerto Rico y República Dominicana.