10/4/15

Vladimir Tatis Pérez: “Escribir es un oficio ingrato”


Vladimir Tatis en Listín Diario
La historia del escritor dominicano, autor de cinco novelas y merecedor del Premio Funglode 2014 en la modalidad cuento, ilustra a la perfección el aforismo “querer es poder”.

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Yaniris López
yaniris.lopez@listindiario.com
Santo Domingo
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Detrás del ganador del Premio Funglode 2014 en la modalidad cuento hay una historia que provoca risa y desconcierto al principio; y asombro, respeto e inspiración después.  
Vladimir Tatis Pérez (Santo Domingo, 1968) decidió un día que quería ser escritor. Así sin más. Porque sí.
Egresado de la escuela de Publicidad de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Tatis había destacado como teatrero y como escenógrafo para eventos en el país cuando decidió completar estudios en España en 1998.  Regresó y se fue otra vez en 1999 con la idea de volver en dos años.
Pensaba que todo iba a salir bien, dice Tatis, que cumpliría el sueño europeo y regresaría a Santo Domingo convertido en un gran escenógrafo a robarse el “mundo dominicano”.   
“La realidad me dio duro”, confiesa a LISTÍN DIARIO. Porque Tatis comprendió que ser emigrante y además pobre y artista “no es tan fácil como nos lo planteamos y lo idealizamos”.  
Se quedó en Madrid. Allí participó en grupos de teatro y se movió en el mundo de las artes pero para el año 2000 comprendió que la realidad no cubría su necesidad, que no podía seguir jugando a ser artista y que tenía que trabajar.
“Convertirme en un hombre, decía mi mamá”.  
España era entonces, y sigue siendo, muy competitiva, admite. Aunque todos se sorprendían de su currículo, mantener un trabajo estable en el área que quería era complicado: en Santo Domingo los artistas son pocos y todos se conocen, allí son un millón y la competencia y el “exceso” de talento es fuerte.
Trabajó en todo lo honrado y correcto que puede hacer un hombre y terminó lavando platos en un restaurante y más tarde como cocinero.  
Adiós al teatro, a la pintura, a las escenografías y a la vida bohemia.
“Tuve que decidir entre comer y jugar a ser artista. Y decidí ser escritor para salvar la soledad. Quería descargar esa frustración de no poder hacer teatro, no poder pintar ni hacer escenografías y estar muy lejos del mundo cultural que me funcionaba en Santo Domingo”.    
Al principio tuvo problemas con el estilo y la redacción.
“El conflicto de un escritor fluye entre la creatividad y el manejo del idioma, de las herramientas de la lengua. Hay gente que escribe muy bien, correctamente, pero sus historias no son buenas”.  
Él quería que las suyas lo fueran y estuvieran, además, bien escritas. Pero cuánto le costó, asegura.  
Así, mientras fregaba y le tomaba gusto a su nuevo pasatiempo, se interesó en los talleres de lectura y escritura.
Tatis no cumplía con los “requisitos” que se suponen asumidos en un aspirante a escritor. No leía mucho de pequeño, no conocía a los grandes escritores ni tenía talento para la escritura.  Su historia, dice, sirve para desmitificar un poco la idea de que para ser escritor hay que nacer escritor y tener un talento fuera de este mundo.
“Hay muchos que se pasan la vida leyendo y no son escritores. Soy el mejor ejemplo de que si trabajas con esfuerzo, con dedicación y perseverancia sí puedes conseguirlo. Se puede aprender y lo logras también con talento, por supuesto, y con vivir para eso: para observar el mundo como escritor”. 

Novelas
Tatis concluyó en 2002 una primera novela sobre la historia de su abuelo.  
“Malísima. Pero la conservo como una cura de humildad, para cuando se vayan a subir los humos a la cabeza recordarme cómo empecé”, sonríe.  
¿Por qué lo dice? Cuando Tatis le dio a leer la historia a unos amigos, se la devolvieron rayada y observada.  Qué decepción.
“Yo vivo de cura de humildad en cura de humildad. Cuando vi que me devuelven todo el libro marcado y señalado digo ‘uf, esto no puede ser’. Seguí escribiendo y me acerqué a la Escuela de Escritores de Madrid”.
Allí aprendió sobre las técnicas de escritura y a trabajar los personajes. Hacía los ejercicios en casa y seguía con sus novelas.  
A ese primer intento siguió una especie de documental sobre la historia de España de finales de los 50 y principios de los 60 que le sirvió para entender e integrarse a la sociedad española.   
Luego escribió “Mutilado”, la historia frustrada de un chico que soñaba ser Grandes Ligas mezclada con los desalojos de la época de Balaguer; “¿Quién mató al ángel blanco?”, ambientada en la República Dominicana con el trasfondo de la cultura de la lucha libre;  y “Mátalo”, la novela que Tatis considera su producto mejor logrado y que contó con la ‘curaduría’ del escritor cubano afincado en Madrid Ronaldo Menéndez.  Su última obra, “Panteón 479”, cuenta una historia relacionada con el robo de chatarras.

Cuentos
Como Tatis sospechaba que sus amigos dominicanos no leían las largas historias que les enviaba (para conocer su opinión) pensó escribir historias más cortas para que le leyeran.   
Entonces se dio cuenta de que para escribir relatos necesitaba mucho más entrenamiento y dedicación que para escribir las novelas.
“Por eso digo que escribir es un oficio ingrato, porque le dedicas mucho tiempo para lo que te devuelve. Es decir, tienes que tener muy claro que no quieres fama ni dinero, sino la satisfacción de crear una historia y que te lean a lo mejor dos o tres personas. La escritura, incluso el arte, no la veo para vivir de eso. Siempre lo he dicho, creo en el arte del aficionado”.   
¿Por qué, entonces, decidió participar en un premio literario?  
Esa es la parte incompresible de esta historia. Los libros de Tatis están en gavetas. Su escritura sólo se puede disfrutar en sus colaboraciones para el periódico El Día.  
“Empecé a escribir cuentos para me leyeran en mi país pero nunca llegué a publicarlos, los guardaba y cuando vi que tenía unos cuantos me metí en los talleres de escritura para trabajarlos con profesionalidad, sabiendo que un cuento no es contar lo que le ha pasado a alguien, sino que hay que seguir una serie de reglas y métodos para que sea realmente una buena obra”. 
El cuento premiado por Funglode, “Con la misma moneda”, fue escrito entre 2006 y 2007.  
“En ese tiempo estaba trabajando en la construcción. Quería llevar a mis hijos a vivir conmigo a Madrid, necesitaba ganar más dinero y la construcción daba ese  dinero. Imagínate, yo, blandito, con manos de artista, me puse a trabajar y bendito sea porque ahí encontré muchas historias con la gente y los  personajes que me gustan”.
Tatis se alegra de haberlo escrito en aquellos años porque la historia guarda una fatal similitud con la historia de Monkey Black, el rapero dominicano asesinado en abril del 2014 en Barcelona.
“Me sorprendió la coincidencia. Y me sorprendió también que hayan premiado el cuento”.  
El autor quiso participar en el certamen porque está interesado en publicar sus obras.
“No es fácil publicar. Ni en España, ni aquí. Necesitaba un espaldarazo y si ganaba era un buen comienzo. Yo quiero publicar mis libros pero no quiero autopublicarme. Porque no estoy pensando en los beneficios, sino en la buena edición del libro”.

Realismo sucio
Las historias de Tatis son oscuras.
“Me gusta escribir sobre personajes que no tienen letras, que no salen en los medios. Esa gente anónima te da ese juego de la doble lectura. Quiero escribir para todo el mundo, que el que se acerque a la historia mantenga una relación diferente con el texto”.
Desde que se tomara en serio la escritura ha producido cinco novelas y muchos cuentos. Y ha sido con mucho esfuerzo, apunta.
“He tenido que escribir y reescribir y escribir otra vez. Tengo maletas llenas de papeles de reescrituras. Los conservo porque hay que decirle a la gente que las cosas cuestan trabajo. Que no es justo que vengas de la noche a la mañana y digas ‘voy  a volar´ y creas que vas a salir volando. Para todo necesitas preparación, entrenamiento”.
Antes, expresa Tatis, la musicalidad del habla dominicano se le pasaba a la prosa y sus textos estaban plagados de cacofonía. Con los estudios, dice que ha logrado conseguir esa mezcla del lirismo dominicano, el realismo sucio del barroco y las tendencias literarias del Madrid actual.
“Como vengo del teatro, y el teatro es acción y diálogo, me encanta esa mezcla que logro dar a la escritura”.