28/11/11

Amor es... (cita 'cortavenas')

Yo te diré —dijo con el mismo susurro apremiante y apasionado— lo que es el verdadero amor. Es devoción ciega, humillación absoluta, total sumisión, fe y confianza contra uno mismo y el mundo entero, plena entrega del alma y el corazón al que te lo destroza...
¡Como hice yo!
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Charles Dickens (Grandes Esperanzas).

22/11/11

Un sueño (Borges)

En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de maderas y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular… El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.

21/11/11

Yo te conozco, sé lo que piensas (6)

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Hoy te permites unos segundos de sinceridad. Me sientes cerca. Un poco. Tu alma de poeta no puede evitar pensar en mí frente a ese cielo azul brillante. Sabes que detrás de esa montaña altanera estoy yo, boba, ilusa, atenta a ti. Tanto idealismo te conmueve, y por eso me dedicas algunos efímeros pensamientos:
      Claro que te pienso, bonita. Sé que no es justo lo que hago, lo admito. Soy hombre, qué se le va a hacer. Pero me agrada, de vez en cuando, pensar en ti. En tus traumas y miedos, en tu insoportable ingenuidad. Te imagino pensándome, idealizándome, soñando conmigo. Te imagino plena de dicha al pensar que tal vez, podría ser, por qué no, yo también pudiera estar pensando en ti. Y sonrío al imaginarte, bonita, a pesar de que nos separan miles de kilómetros de tantas cosas. Incluida el agua de ese mar…

6/11/11

Hablaba y hablaba...

Microrrelato de  Max Aub  
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Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.