6/4/11

Yo te conozco, sé lo que piensas (2)

Emperatriz se puso boba al verte. “Tienes el don de fascinar y de volver idiota a la gente”, te dijo al acercarse y pedirte un autógrafo. Tú sonreíste. Siempre sonríes. En la noche, a punto de quedar rendido, pensaste que no debiste reír. Acostumbrado a complacer a todo el mundo, no reparaste en que no fue un piropo lo que dijo la chica. Que no es ningún don “volver idiota” a la gente. Que prefieres ser amado y admirado con razón y alevosía y no con ese romanticismo enfermizo que embelesa y enturbia la mente. Los que así aman se arriesgan a ser víctimas del único verbo que no debe formar parte de ninguna relación: sufrir. Acomodaste el cuerpo entre el colchón y las sábanas, cerraste los ojos y te dijiste: “No sé quién era, sería un alivio saber que nunca la volveré a ver”.