El aforismo admite una
sola lectura pero varias reacciones: lo rechazas porque no te gustó, explotas
de felicidad porque sí te agradó (generalmente ocurre cuando autor y lector
coinciden en gustos y pasiones) o lo dejas pasar porque no lo
entendiste.
Lo anterior nos da licencia para escoger, medalaganaria y subjetivamente,
los 13 (número mágico) mejores aforismos de El equilibrista, de Andrés Neuman
(El Acantilado, 2005), e interpretarlos como nos dé la gana.
En orden de importancia:
1. Nadie se toma en serio
a quien lo admira demasiado.
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Reacción: Shock tremendo. Pequeño infarto. Descarga
eléctrica. A partir de este momento no admiro a nadie, ¿entendido, Kalimán?
(¿Por qué diablos te incluyo? ¡Eres un dibujo!).
2. Escribir nos merece la
alegría.
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R. No necesariamente. El mayor ejemplo es la
Yalo. En periodismo, al menos, ya sea por haraganería o perfeccionismo, a veces
hay que parir las historias. Literalmente. Sin cesárea. Y parir sin cesárea,
dicen y debe ser verdad, duele muchísimo.
3. Leer como si, dentro de
un minuto, nos fueran a apagar la luz.
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R. Diablos. Solía leer así en la adolescencia
porque me gustaban mucho los paquitos y las historias que leía. Ahora leo así
los libros que no me gustan, como si, al apresurar la lectura, de paso
perdonara al autor. Pero es lindo, el aforismo.
4. Don de la soledad:
escribimos porque estallamos de urgencia por decirle algo a alguien, y no encontramos
a quién.
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R. Mierda, sí. Es verdad. Eso explica por qué
algunos escritores dicen que escriben por necesidad. Aunque, al escribir, ¿a
quién le hablamos? En fin. Que viva la soledad.
5. Uno no lee poemas: se
entiende con ellos.
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R. Ahora entiendo por qué no nos llevamos bien
la poesía y yo. No nos entendemos. Simple. Y yo pensaba que tenía algún
trastorno neuropsicofarmacológico. Gracias, Neuman.
6. Buscamos metáforas para
defendernos de la belleza, que es siempre insoportable.
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R. A ver. Eso no es cierto. ¿Cómo que la belleza
es insoportable? ¿Se han fijado bien en la cara de Facundo Arana? Este no lo
entendí mucho.
7. Alguien casi genial es
un idiota.
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R. Pero hay que ser muy inteligente para
notarlo. Si eso es cierto, yo he llegado a amar, adorar y admirar (hasta hoy,
claro, gracias al primer aforismo) a unos tres idiotas, dos de ellos dibujos
acuarelados.
8. A veces arrastramos a los otros hacia nuestra
oscuridad, cuando lo que queríamos era pedirles que encendieran la luz.
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R. Cualquier cosa que diga puede ser usada en mi
contra.
9. Uno no empieza a
comprender una ciudad hasta que aprende a aburrirse de ella.
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R. Sí. De acuerdo. Pero yo conozco la clave para
que esto no ocurra: sin importar el sitio en que estés, vive eternamente como
un turista, como un viajero que espera irse a la mañana siguiente. Wait. Eso me
suena a una historia del mismo autor…
10. Procurar no hacer
nunca daño a nadie. Pero dar la impresión de ser muy capaz de hacerlo.
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R. ¡Jaaaaaaaa! Muy bueno. Lección aprendida
esperando ser puesta en práctica.
11. Vivir
perfeccionándose, pero no reprimiéndose.
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R. “Adiós, muchacho de la cita corta”. Siempre
te amé, samurái John Barry, pero no se lo digas a nadie.
12. También nos enamoran
las ideas.
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R. Más que las caras, las
cuentas de banco y los gentilicios. Por eso me gusta(ba) Kalimán.
13. Buscarse debajo de otra carne.
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R. Este aforismo debería ocupar el primer lugar
por hermoso, onírico, enigmático y seductor. Si Dios fuera
escritor, escribiría parecido a como lo hace Neuman. Pero imposible leer esto y
no considerarse una vulnerable a la admiración, de cuya destronación se encargó
el primer aforismo de la lista.