31/3/11

Mi último espectador

Tú... serás mi último espectador
serás mi última canción de amor
serás mi tiempo para recordar.
Tú... serás mi último conversador
el último viajero de mi tren
mi última estación...

23/3/11

El maldeamor

Por Paquito

El maldeamor es una vaina que te desajusta, que te desmonta todos los significados. Fácilmente puede convertir la mejor tarde de sábado en un deprimente derroche de mucosa nasal y tuiteo de pendejadas.
No hay llamada ni chercha que lo cure. Cuando alguien intenta distraerlo con dos o tres petacazos, apenas consigue acentuarlo, con risas estúpidas, y hasta con babeo. Y ahí sí es difícil la situación, porque de la tristeza brutal se pasa a la risa sin razón, a la payasada.
El maldeamor altera los sentidos, hace que la más tonta canción romántica te recuerde momentos que ni siquiera viviste, o que la voz de quien no está en ti aparezca en todas partes, con una omnipresencia que el mismo Dios envidiaría. ¿Y los olores? Sin buscarlo, encuentras el perfume de aquella persona que te saca el pie en un desabrido pepino de ensalada o en una esquina de la cama en la que nunca estuvo.
Quien tiene maldeamor exagera la comida. No come nada hasta que se le pasa la enfermedad, o se traga un tanque de lo que sea hasta que le llega el sueño por hartura simple.
En vano llueven los consejos de la madre, el padre, los tíos o los amigos. Nadie tiene la fórmula adecuada para evadir los síntomas del maldeamor, capaces de tumbar al hombre más robusto y a la mujer más determinada.
Sólo el tiempo puede hacerle frente a este fenómeno que por lo menos sirve para recordarnos dónde, cómo y por qué se agita aquel aparato musculoso llamado corazón.

15/3/11

Todavía creo en el amor (Nelson Ned)

A pesar de los golpes y heridas 
con los que me ha pagado la vida
parece mentira 
pero todavía creo en el amor
y por más que yo piense es mentira
que no volveré a amar mientras viva
también es mentira 
porque todavía creo en el amor

Todavía creo en el amor
la verdad es que siempre he creído
aunque sólo ha jugado conmigo
con mis sentimientos y mi corazón

A pesar de que paso los días
junto a la soledad que es mi amiga
parece mentira 
pero todavía creo en el amor
y por más que me engañe y yo finja
que no quiero buscar compañía
también es mentira 
porque todavía creo en el amor

Todavía creo en el amor
la verdad es que siempre he creído
aunque sólo ha jugado conmigo
con mis sentimientos y mi corazón

----

8/3/11

“Machismo” en el uso del idioma

Felipe Ciprián

Se abre paso la moda de pretender lograr una equivalencia, igualdad y paralelo, a la hora de hablar o escribir, para integrar al género femenino en aquellos casos donde no lo estaba, en un esfuerzo por hacer creer que con ello se logra vencer la discriminación de la mujer.
Este artículo, escrito por un varón que no se considera machista en lo absoluto, intenta demostrar que en el sano propósito de contribuir a intensificar la participación de la mujer en todas las actividades, lo que realmente se está logrando es que la sonoridad de un idioma tan bello como el español, se pierda la capacidad de comprensión y de expresión.
Quienes piensan que se es feminista cuando se dice, por ejemplo, “nosotros y nosotras amamos la patria”, en realidad hacen de una oración elegante, comprensiva y didáctica, un trabalenguas ininteligible.
Tal vez no comprenda yo suficientemente la problemática femenina, pero nunca he estado de acuerdo con que se asignen cuotas especiales para la mujer en un país y en una sociedad que no las excluye legalmente.
¿Por qué hay que dar el 33 por ciento de los cargos electivos a las mujeres?
Mi humilde opinión es que si hay mujeres con capacidad de trabajo, con inteligencia, con disposición, lo único que hay que hacer es reconocerle su espacio y si tienen que ser el 90 por ciento de los legisladores, de los alcaldes, pues que lo sean, porque lo más importante no es el género, sino la preparación, la honestidad, la capacidad de trabajo, el liderazgo.
Dar una cuota a la mujer para que por fuerza tenga que tener una representación, es la aceptación, por ellas y por quienes la dan, de que están discriminadas y necesitan ser “ayudadas”, cuando en la realidad eso no es así.
¿Con qué cuota femenina fue que Minerva y María Teresa Mirabal obtuvieron posiciones cimeras desde el primer momento en el Movimiento 14 de Junio para enfrentarse a la dictadura de Trujillo?
Hurgando más profundamente en la historia… ¿Quién dio, por ser dama, un lugar de honor a Anacaona para ser una líder indiscutible de la mujer aborigen cuando el colonialismo español llegó a América a acabar con esa raza y robar sus riquezas naturales?
¿Con qué cuota femenina fue que María Trinidad Sánchez, Concepción Bona y Juana Trinidad, mejor conocida como “Juana Saltitopa”, adquirieron renombre como heroínas de la lucha independentista?
¿Acaso necesitaron cuotas las mujeres que acompañaron a los “gavilleros” que enfrentaron a las tropas norteamericanas durante seis años de resistencia entre 1916 y 1922?
Las mujeres combatientes durante la Guerra de 1965 y la resistencia a la segunda agresión norteamericana del siglo pasado no necesitaron cuotas ni lenguaje genérico para integrarse valientemente a las batallas que elevaron por lo alto la dignidad de los dominicanos en aquella lucha desigual.
Los ejemplos sobran para demostrar que donde hay mujeres con verdaderas condiciones de liderazgo, con capacidad, con disposición y entrega, no hay fuerza que la detenga y no hay hombres que las impugnen con éxito por su sola condición de mujer.
¿Con qué cuotas lograron las periodistas María Ugarte, Nuria Piera, Alicia Ortega, Altagracia Salazar, Patricia Solano, Esperanza Ceballos, Nita Ontiveros, Margarita Cordero, Sara Pérez, Ángela Peña, entre otras muy destacadas de distintas generaciones, conquistar un espacio en los medios de comunicación en los que demostraron que se puede ser mujer y ser valiente sin defraudar a la gente que las sigue ni perder su condición de género ni necesitar muletas?
Decir “nosotros y nosotras, dominicanos y dominicanas, aquellas y aquellos” y demás tonterías para referirse a personas que pertenecen a una misma sociedad, es solo un simplismo que lejos de estimular a la mujer a conquistar cada día su espacio por sus cualidades, se lo quieren regalar por su sola condición de mujer.
¿Por qué no se da una cuota de participación a los jóvenes y cuando nos vayamos a referir a una persona aclaramos que puede ser joven o vieja, que son la gran mayoría de la sociedad dominicana?
¿Por qué no se le da una cuota a los viejos, que significan la experiencia, la memoria y la templanza?
¿Por qué no se le da una cuota a los negros, y cuando nos vayamos a referir al género humano hablamos de blancos, amarillos, mulatos y negros, ya que éstos también son la mayoría de los dominicanos?
¿Por qué no se le da una cuota a los minusválidos, que son discriminados en el trabajo, en los deportes, en las actividades sociales y recreativas?
¿Por qué no darle una cuota a las personas que tiran y batean a la izquierda, sin son una minoría importante en la sociedad?
¿Por qué no dan los legisladores una cuota a los homosexuales y lesbianas, que son una importante minoría que en la mayoría de los casos es gente con dotes de artista?
¿Por qué no darle una cuota a los evangélicos, otra a los musulmanes y a los ateos si son minorías organizadas importantes frente al predominio del catolicismo romano?
A veces me provoca hilaridad la simpleza de quienes dañan el idioma por entrar en la moda de nombrar a los “dominicanos y las dominicanas”, porque hay un sinfín de palabras insustituibles con un mínimo de lógica.
Si para muchos es fácil decir “nosotros y nosotras” en cada discurso, a pocos se les ocurre decir “el teléfono y la teléfana”, “el celular y la celular”, “la isla y el islo”, “la patria y el patrio”, “la biblia y el biblio”, “el océano y la océana”, “la luna” y “el luno”, “el sol y la sola”.
Hay palabras que al convertirlas al “feminismo” pierden totalmente su significado para convertirse en otra cosa, como sería el caso de decir “el puerto y la puerta”, o mejor “el libro y la libra”.
El idioma tiene tantas palabras en femenino como en masculino y si no somos tontos podemos usarlas convenientemente sin que convirtamos la forma de hablar y escribir en un tartamudeo anfibológico que ronda en un dialecto tribal.
El español, y junto a él todas las lenguas, tienen en femenino o en masculino tantas palabras como necesita. Por eso no se dice “hombre y hombra”, sino “hombre y mujer”; tampoco se dice “varón y varona”, sino “varón y hembra”, al igual que no se habla de “hembro”.
Hablar o escribir duplicando los sustantivos y adjetivos para forzarlos a expresar algo para lo que no fueron creados, es dañar el idioma en un formalismo que no necesariamente es práctica cotidiana en la calle, en la casa, en el trabajo y en el partido.
Quisiera ver los poetas, o quizá las poetizas, que escriban con elegancia una poesía, un himno o una canción usando esas formas repetitivas con pretensión de dar igualdad de género.
Quiero la plena participación de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, pero no de cualquier mujer por su mera condición de hembra, sino de las mujeres que con su capacidad, cabeza propia, liderazgo y entusiasmo, conquisten sus espacios en lucha de igual a igual, sin muletas, sin tomarlas de la mano para cruzar la calle o subir la acera.

3/3/11

Juan Gelman sobre la escritura

"Cada vez que me siento a escribir, que por cierto no es una cuestión de voluntad y en general escribo muchos poemas de golpe, es porque una obsesión me obliga a buscar su raíz, que por lo menos en mi caso, no llego a conocer bien de qué se trata. No sé muy bien cómo se da el proceso de la forma y el contenido en mi interior, lo que sí conozco es el resultado y lo que me pasa como vivencia llevada a la imaginación y a la palabra. Siempre hay una distancia muy grande entre estos elementos y por eso me ocurre que tengo una gran insatisfacción con lo que he escrito".

----
En entrevista para Librusa

(...)

Te beso con dolor.
Me sabes a lágrimas.

1/3/11

Twitteratura

Concurso de literatura en la red social Twitter. Nuevas narraciones en 140 caracteres.

El 14 de marzo a las 10:00 a.m. (hora argentina) se desarrollará el concurso de literatura en redes sociales Twitteratura. Organizado e impulsado por la plataforma cultural iberoamericana hipermedula.org, formará parte del Festival Kosmópolis organizado por el CCC Barcelona.
El concurso, que durará 12 horas, prevé una instancia de preselección del material recibido y luego un jurado determinará quién será el ganador que se lleve el iPad designado como premio.
Para el cierre y premiación se realizará un evento a través de la Anilla Cultural que conectará en forma simultánea artistas de Estaña, Chile, Colombia, Brasil y Argentina, quienes intervendrán las micronarrativas participantes y las convertirán a formatos multimediales.

Más información en:
Hipermedula.org

----